La tendencia slow está en todas partes - cosmética slow, comida slow, moda slow... - y ahora en nuestras camas, con el sexo slow. ¿Su objetivo? Hacer el amor más lentamente para conectar mejor con nuestras sensaciones. ¡Placer aumentado y garantizado! Te contamos cómo practicarlo.
Sexo lento: el arte de la conexión íntima
En Goliate creemos que la realización íntima es esencial para una vida equilibrada y feliz. En esta búsqueda de la armonía, SlowSex se presenta como una invitación a redescubrir la sensualidad a un ritmo tranquilo. Lejos de las prisas y el desempeño, SlowSex aboga por una intimidad basada en la conexión, la comunicación y la conciencia.
Slow Sex significa tomarse el tiempo para sentir cada sensación, para explorar cada rincón de tu cuerpo y el de tu pareja. Es un baile sensual donde cada movimiento es deliberado , cada toque se saborea. En este enfoque, la calidad prima sobre la cantidad. No se trata sólo del acto en sí, sino de todo lo que lo rodea: los juegos previos, las caricias, las miradas intercambiadas.
Y como en Goliate estamos convencidos de que el respeto por uno mismo y por la pareja es fundamental, Slow Sex encaja perfectamente en nuestra filosofía. Fomenta una sexualidad sana, respetuosa y comprometida, donde cada individuo es actor de su propio placer y del de su pareja.
Entonces, ¿estás listo para reducir el ritmo y redescubrir los placeres de una intimidad profunda y conectada? Embárcate con nosotros en esta sensual aventura y descubre SlowSex, para una vida íntima plena y respetuosa.
¿Por qué probar el sexo lento ?
Porque tendemos a apresurarnos, incluso a apresurarnos.
La importancia de la rutina y la familiaridad
¿Por qué probar el sexo lento? En nuestras vidas ocupadas, a menudo quedamos atrapados en el torbellino de rutinas. El sexo no es una excepción a esta tendencia. A menudo, nuestras travesuras siguen un patrón predecible: entrada, plato principal, postre . Esta familiaridad tiene sus ventajas. Sabemos lo que funciona, conocemos los contornos y los secretos del cuerpo de nuestra pareja y nos sentimos cómodos con lo que nos da placer. Esta rutina es tranquilizadora, un momento de reencuentro después de un largo día, una forma de conectar y compartir un momento de disfrute.
Redescubrimiento e inmersión: la magia del sexo lento
Sin embargo, hay una dimensión de la sexualidad que a menudo permanece inexplorada: el redescubrimiento. Slow Sex ofrece esta oportunidad.
Se trata de ir más despacio, de tomarse el tiempo para sentir realmente cada sensación, cada emoción. En lugar de centrarnos en el destino –el orgasmo– Slow Sex nos invita a disfrutar del viaje.
Es una inmersión total en el momento presente, una oportunidad de volver a conectar con tu pareja de una manera profunda y significativa.
Practicando Slow Sex aprendemos a valorar la calidad de los momentos íntimos más que su cantidad, a saborear cada caricia, cada mirada, cada respiración.
Es una invitación a redescubrir a tu pareja, tu propio cuerpo y las innumerables formas de dar y recibir placer.
Para conectarnos mejor… ¡nos desconectamos primero!
Para conectar con el cuerpo del otro pero también con el propio cuerpo, es bueno abordar el intercambio sexual como un momento tierno, sin pensamientos perdidos, sin que suene el móvil, sin la televisión de fondo...
Preparamos nuestro ambiente, uno que nos invite a relajarnos. Sin presiones, sin urgencias, sólo estamos ahí para compartir un abrazo lleno de sensualidad, para contemplar un cuerpo que amamos pero que miramos siempre desde el mismo ángulo, bajo la misma luz.
Nos decimos a nosotros mismos que nuestras preocupaciones pueden esperar en el armario una o dos horas y luego estamos completamente disponibles. El reportaje no se hará bien rápidamente, será lento y en plena conciencia, por el placer de estar ahí, juntos, dispuestos a compartir mil sensaciones!
Nuestros consejos para empezar con SlowSex
Una vez que nos espera nuestra acogedora habitación, ¡el sexo lento pasa por pisar el freno! Sin prisas: nos tomamos nuestro tiempo.
Primero nos besamos durante mucho tiempo (para olvidar los besos, ¿muy eróticos?), nos desnudamos milímetro a milímetro, nos concentramos en el efecto de una prenda que se nos escapa y en la piel del otro, que acariciamos con nuestra yemas de los dedos.
nos tomamos nuestro tiempo
Nos atrevemos a masajear y acariciar zonas que a veces quedan abandonadas : ¿la zona lumbar? ¿El cuello? Todo el cuerpo es potencialmente erógeno , así que ¿por qué no dar un paseo lento? Y siempre nos hacemos la pregunta: ¿qué siento ahí?
¿Cuando sus manos rozan mi pecho? Activamos nuestros cinco sentidos: lo que nos indica el tacto pero también nuestro olfato, nuestro oído, nuestra vista y nuestro gusto.
Aprovechamos el momento
Entonces – y es mágico – olvidamos este deber de realización y disfrute que a veces nos lleva a pensar en el “después”, en lo que “hay que hacer”, en lo que “el otro está esperando”.
Al contrario, vivimos el momento plenamente porque nos tomamos el tiempo para entrar en él, diseccionarlo, magnificarlo. Y cuando el orgasmo llega muchos minutos después, nos sorprende. Y es más intenso. Prueba con un cuadrado de chocolate: pruébalo lentamente, míralo antes, inspíralo, siente cómo vibra en tu boca... ¿No es mejor que tragarlo rápidamente después de un café?
Ahora te toca a ti probar esta fabulosa aventura tomándote el tiempo... E incluso será un excelente momento para probar juguetes, como nuestro favorito cuando queremos un poco de calma: ¡The Amazing !