Posición sexual conocida por todos y ultracómoda, la misionera no es ni aburrida ni adormilada. Basta volver a visitarlo para convencerse de su encanto y disfrutar de un loco placer. Nuestros consejos.
En una configuración heterosexual, la posición del misionero se ve así: la mujer está acostada boca arriba y el hombre está acostado encima de ella para penetrarla. Sencillo ? Puede ser. ¡Pero cómodas y garantía de placer! Para ir más allá, se puede volver a visitar este misionero clásico y de apariencia rutinaria. ¿Qué hacer para potenciarlo? ¿Extraer todo su potencial erótico? ¿Conseguir orgasmos más sorprendentes? Nuestras ideas.
Un misionero… con un cojín
En esta primera variante, la mujer coloca un cojín a la altura de la zona lumbar, o en la zona lumbar. El cojín debe ser pequeño (no es necesario traer una almohada enorme, ¡que sería más engorrosa que cualquier otra cosa!). Le permite arquear suavemente la espalda para obtener un nuevo ángulo de penetración.
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¡el misionero es una posición cómoda, y el misionero con un cojín es una posición aún más cómoda! Y la comodidad está lejos de ser incompatible con el placer, al contrario.
Un misionero… al borde de la cama
¿Y si le propusiéramos a su misionero que… se deslizara un poco? Los socios pueden acercarse al borde de la cama: la mujer pone los pies en el suelo (mientras está acostada) y el hombre la penetra. Esta posición es casi una réplica invertida del misionero con cojín, ya que en esta ocasión la mujer no se arquea y el ángulo de penetración es el contrario al de la variante anterior.
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estar al borde de la cama le da sabor y un gran toque de erotismo al misionero.
Un misionero… piernas arriba
La ventaja del misionero con las piernas levantadas es que ofrece la posibilidad de variar el ángulo de penetración a tu gusto, ¡y cada dos minutos si lo deseas! Para ello, la mujer abre las piernas en el aire. Durante la penetración, el hombre puede sentir mucho placer y tranquilidad ya que la apertura de piernas fluidifica el encuentro y la fusión.
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levantar las piernas se puede hacer cuando se desee. Nada impide volver a un misionero más clásico al momento siguiente. Este movimiento de las piernas invita pues a todas las variantes ya todos los placeres.
El misionero… que se enrolla
Aquí, las piernas levantadas se cierran alrededor del torso del compañero, que luego se envuelve. Al estar unida a su pareja, la mujer sigue aún más el movimiento de penetración. Esta posición permite a ambos socios ser uno y llegar más lejos en el placer.
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este es el momento de ralentizar la penetración de ida y vuelta y jugar con la penetración circular. El momento rima con fusión y el compañero puede, con su pene, acariciar las paredes vaginales de su pareja.
El misionero... al estilo tiovivo
Una vez en su lugar, el misionero puede subirse al gran tiovivo del placer y la sorpresa. ¿Por qué estar uno encima del otro, sin intentar perder el norte? Así, podemos rodar, acabar de lado o invertir los papeles. Al estar encima de su pareja, la mujer está en una posición que nos recuerda a la Andrómaca, pero cuando mantiene las piernas mínimamente cerradas y no se endereza, ¡estamos en un misionero inverso!
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girando y jugando con su misionera, tomamos un loco placer de volver a la misionera inicial. Parece un descanso, un momento cómplice en el que recuperas el aliento. es exquisito